viernes, 25 de julio de 2014

El palacio de los bichos

Recorriendo las calles de Villa del Parque, un domingo de invierno donde el sol ilumina con unos ligeros rayos, me encontré con un edificio hermoso pero extraño a la vez. Me detuve a observarlo durante un largo rato y aproveché para tomar unas fotografías. Su arquitectura me indicaba que su construcción se habría dado entre los primeros años del 1900. Este edificio de cinco pisos, una especie de mansión, se encuentra ubicado en la calle Campana 3220, casi en la esquina de Tinogasta y a pocos metros de las vías del ferrocarril San Martín.
Al comenzar a investigar recolecté muchos datos e inclusive una leyenda que ronda en torno a esta residencia. Se lo conoce como “El palacio de los bichos” o también “El castillo de Villa del Parque” y es el orgullo del barrio. Recibió este nombre debido a que su fachada exterior estaba decorada con figuras semejantes a gárgolas y relieves de animales grotescos.


Es una edificación de cinco pisos con torre y cúpula, además de tener un lindo mirador y una terraza. La obra estuvo a cargo del ingeniero Alberto Muñoz González (español de Toledo). El proceso comenzó en el año 1895 y se terminó a fines del mes septiembre de 1899.


Historia y leyenda

La historia cuenta que Rafael Giordano, un comerciante de origen italiano, al llegar a la Argentina con su esposa Vittoria y su hija Lucía, se instalaron en un principio en el barrio de Monserrat, en la calle Cuyo (Sarmiento) entre Artes (Carlos Pellegrini) y Cerrito. Una vez establecidos en la ciudad, su hija se inscribió en la Facultad de Medicina de la calle Córdoba 2122, pero en el primer año abandonó la carrera médica e ingresó en un conservatorio de música para estudiar piano. Su entusiasmo era tal que en poco tiempo consiguió importantes avances, superando a sus más destacados compañeros ante la admiración de todos. Allí conoció a Ángel Lemos, un joven que estudiaba violín y que para la época en que conoció a Lucía ya poseía el título de farmacéutico. Ángel había nacido en Buenos Aires en 1886. Se enamoraron casi de inmediato y al poco tiempo formalizaron el noviazgo, definiendo luego la fecha de casamiento. Corría el año 1909. Ella tenía 20 años y él 23. Durante el tiempo de amorío, ambos intercambiaron cartas de amor, como se estilaba en la época.

Giordano, que en un corto tiempo logró alcanzar una cierta fortuna, le encargó la construcción de un palacio a Muñoz González. El lugar elegido fue la zona de Villa del Parque, zona de Buenos Aires que por aquel entonces era un lugar repleto de quintas. La idea era que el palacio fuera un obsequio de bodas para su única hija.
Lucía y Ángel se casaron el 1 de abril de 1911 y cientos de invitados disfrutaron de la fiesta que se hizo en la mansión, la cual fue considerada una de las más importantes de la época. La ceremonia de casamiento se celebró en la parroquia de San José de Flores, ubicada en Rivadavia y Pedernera. Durante la fiesta en el palacio todo fue algarabía y felicidad. Una vez terminada, el reciente matrimonio se dispuso partir hacia la luna de miel. El vehículo que debía trasladarlos estaba estacionado y esperando del otro lado de las vías del tren, cerca de lo que hoy es la calle Ricardo Gutiérrez. Según se conjetura, el vehículo se encontraba allí debido al agua y el barro acumulados en la calle producto de las lluvias recientes.

Al ser una zona descampada y poco urbanizada, durante la noche por los alrededores del castillo se extendía una total oscuridad. Además de que casi todas las calles eran de tierra. Sólo algunas arterias tenían adoquín pero sin iluminación propia. Por tal motivo, transitar por aquellos lares era una tarea compleja.

El castillo totalmente iluminado daba una visión muy particular a esa zona del barrio. Desde lejos aparecía como una resplandeciente figura, bella e impactante en medio de la noche.

Transcurrían las primeras horas del día domingo 2 de abril de 1911. Los novios se despidieron y se retiraron del Castillo. Caminando fueron hacia el lugar donde los esperaba el vehículo, cruzando sobre los rieles del ferrocarril en medio de la noche. Desde las puertas del castillo se pudo observar a los amantes realizando el trayecto. Fue la última imagen que se tuvo de Lucía y Ángel.

Un tren de carga que se desplazaba rumbo a la estación terminal de Retiro los embistió a toda velocidad. En ningún momento advirtieron la aparición de la locomotora que se les vino encima. Murieron instantáneamente, a la vista de amigos y familiares.

Desde ese día la mansión quedó abandonada por mucho tiempo. El matrimonio de Rafael Giordano y Vittoria d'Olivi partió hacia Europa dos años después de la tragedia de su hija, el día 7 de octubre de 1913. Retornaron a su Italia natal y nunca más volvieron.

Con el tiempo, comenzaron a circular historias que indicaban que, en ciertas ocasiones, las habitaciones se iluminaban solas, se oía música y se veían sombras espectrales bailando al compás; también afirmaban que los infortunados novios solían frecuentar el lugar de su fatídico final. De allí que también se lo conoce como "El castillo de los novios errantes".



Hoy luego de varias reformas y arreglos, el palacio cambió en gran medida su primitivo diseño. Le sacaron todas sus molduras y figuras medievales. De lo que alguna vez fue, sólo queda su estructura reformada con estilos contemporáneos.

Años más tarde funcionó como un simple edificio de departamentos. Lo último que inauguraron en el lugar fue un spa, como se puede ver en las fotos. Según se comenta, nada funcionó adecuadamente en ese sitio en ninguna época. Una situación rara que nunca tuvo una explicación coherente y creíble.

Más allá de la leyenda que circula sobre espectros que rondan por el lugar, lo cierto es que hubo quienes aprovecharon la situación y difundieron estos dichos sin haber visto ni escuchado nunca nada.

miércoles, 16 de julio de 2014

Darío Coronel "El guacho Cabañas"

Esta es la crónica de dos realidades tan similares como distantes a la vez. Se trata de dos chicos que iniciaron sus vidas juntos, pero por caprichos del destino o vaya a saber por qué, sus caminos se alejaron y nunca más volvieron a juntarse.


Uno de ellos fue goleador en la última temporada del calcio italiano, y sin embargo no estuvo presente en ningún partido del último ciclo de la selección Argentina. El otro nunca llegó a jugar en primera, pero quienes lo conocieron y lo vieron manejar la pelota aseguran que sin duda habría sido titular indiscutido de la selección.

La historia comienza en el barrio Ejército de los Andes, conocido popularmente como Fuerte Apache.
Estos personajes nacieron el mismo año, se criaron juntos en el barrio y fueron a la misma escuela. Siendo niños comenzaron a jugar para All Boys, formando uno de los mejores equipos de la historia del baby fútbol. Ambos eran goleadores, uno llevaba la 9 y el otro la 10. Se peleaban, se puteaban y competían entre ellos para ser el que más convertía, pero el número 10 siempre ganaba. Sin embargo fuera de la cancha eran los mejores amigos.

Quien usaba la 9 en su espalda es Carlos Martínez. Años más tarde se convertiría en Carlos Tevez, apellido que se cambió para poder pasar “libre” de All Boys a Boca Junior.
El 10 era Darío Coronel, y le decían "el guacho Cabañas" por su gran parecido físico al ex delantero de Boca, Roberto Cabañas.

Jugaron en baby fútbol además de All Boys, en Santa Clara y Villa Real en la categoría 84.
Cuando tenían once años fueron juntos a probarse al club Velez Sarfield, Cabañas quedó, Tevez no. Se notaba que uno que poseía mucho más talento y habilidad que el otro. Allí Cabañas comenzó a jugar de volante por la derecha. El pibe la rompía en cada partido. Pero el sueño no duró mucho. Quedó libre en la octava, a los quince años.

Tevez pasaría a jugar en Boca y dedicaba muchísimo esfuerzo en cada entrenamiento. Cabañas en cambio faltaba a las prácticas, los directivos de Velez iban a buscarlo al barrio pero él se escondía. Lo bancaron hasta donde pudieron. Hasta que un día se fue antes del entrenamiento llevándose consigo algunos bolsos de sus compañeros. Después no quiso volver más.


Cuando Cabañas tenía doce años, su mamá se mudó a Paraguay con sus hermanos. Él se quedó solo con su padrastro. Se quedó sin contención familiar y al poco tiempo abandonó la escuela. A los trece años comenzó a robar cargando encima un fierro. Se volvió malo y resentido. Le tomó el gusto al robo y de esa manera dejó el fútbol. Empezó a drogarse a los quince aspirando pegamento y fue así como su vida fue declinando para siempre.

Los caminos de ambos se bifurcaron. Tevez corría en una cancha tras una pelota; el guacho Cabañas corría por las calles para no ser atrapado.

En un tiroteo Cabañas mató a un policía de la Bonaerense. Desde ese día quedó marcado y su final no tardaría en llegar. Como se dice en la jerga, era carta blanca. Y el que es carta blanca sabe que si se cruza con la policía no hay detención, es él o son ellos. Alguno termina muerto.

Una noche salió a robar un bingo con los Backstreetboys, banda en la que formaba parte. La policía comenzó a perseguirlos, y reconocieron al guacho. En la huida ayudó a sus compañeros a trepar la pared de una casa, y quedó solo. Los ratis se acercaron y no le dejaron escapatoria. “Antes de que me mate la policía, prefiero matarme yo” era lo que siempre decía. No lo pensó dos veces, agarró el arma que llevaba consigo, la apoyó en su cabeza y sin titubear apretó el gatillo.

Fue en 2001 en una esquina de Ciudadela. El pibe que se mató tenía 17 años.
Tevez había sido convocado para jugar en el Sub-17, estaba concentrado en un hotel de cinco estrellas y fue allí donde se enteró de la noticia. Desde ese momento se dice que cuando hace un gol y señala al cielo, se lo dedica a su viejo amigo Cabañas.

Un verdadero crack que se perdió el mundo del fútbol.

En la foto Tevez aparece arriba al medio. Cabañas está a la derecha con buzo rojo.


Fuentes:
- Julio Leiva. Informe: Cheque en blanco. Vorterix.

Enlaces externos: 
https://www.youtube.com/watch?v=Toftdmeq6aU