lunes, 12 de mayo de 2014

Del viejo hospicio sólo quedó la iglesia

En el barrio de Monte Castro durante los primeros años de la década del ’20 empezó a funcionar el Instituto de Salud Mental Open Door (puertas abiertas). Se trataba de un sanatorio para el tratamiento de enfermedades mentales, pero no era un sanatorio cualquiera. Como su nombre lo indicaba no tenía puertas ni muros exteriores, y se podía circular libremente por todo el lugar. 

Antigua foto del lugar
 
El instituto, que luego pasó a llamarse Instituto Modelo de Frenopatía "Colonia Open Door", abrió sus puertas en el año 1925. Era un enorme predio de 7,5 hectáreas de un hermoso terreno con arboledas, parques muy cuidados y calles internas, el cual estaba ubicado entre las calles Santo Tomé, Bermúdez, Lascano y Benito Juarez.

Plano actual de la zona


Las casas donde vivían los internados estaban constituidas por edificios con aspecto familiar, completamente distante de los asilos cerrados que estamos acostumbrados a ver. En el predio estaba la capilla de la cual en su momento se hicieron cargo las Hermanas Franciscanas de la Natividad de Nuestra Señora.


Para muchos vecinos de la actualidad, este establecimiento quedó en la memoria simplemente como "el loquero". Los comentarios más frecuentes que suelen escucharse por la zona son del tipo: "Allí donde está la iglesia, antiguamente había un manicomio". Sin embargo prestigiosos especialistas de la época escribieron resaltando la labor del Instituto Open Door en la recuperación de los enfermos mentales.

Funcionó hasta el año 1958. Cuando cerró la colonia, se sucedieron una serie de remates a lo largo de dos años en los cuales fue desarmándose de a poco. Se dice que la gente que vivía en lugares aledaños se apropió de ladrillos de los edificios, y muchas casas de ese tiempo tienen elementos que pertenecieron a estas construcciones tan destacadas.
De aquel lugar no quedó nada salvo la capilla y la arboleda de la plaza Monseñor Lafitte.


La capilla del hospicio en 1928 se convierte en parroquia, y pasa a llamarse parroquia San Pedro Apóstol, los arreglos fueron financiados por Emilio Lamarca. De su arquitectura original se le agregó un atrio. Hoy se ven mejoras en su interior con respecto a la antigua nave, y también mantiene muchas características particulares de la década del 20.

Curiosamente las iglesias (entendiendo a su vez a la iglesia como institución) sobreviven a casi todo, al paso del tiempo, a los derrumbes, a las crisis.


De aquella enorme urbanización destinada a curar la mente de quienes ingresaban, lo único que se mantuvo en pie fue la iglesia San Pedro Apóstol.






2 comentarios :

  1. Que paradójico, algo destinado a sanar las mentes termina desapareciendo pero siempre prevalecen -ajenos al paso del tiempo - aquellos "centros" para confundir las mentes :)
    Un abrazo

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    1. Muchas gracias S.Jarré por tu comentario. Es muy acertado lo que indicas, es hacia allí donde apuntaba mi conclusión del post. Un abrazo!

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